septiembre 25, 2024

Obama pretende reactivar el movimiento de 2016 en su discurso en la Convención Nacional Demócrata

CHICAGO >> “Es justo decir que ésta no es una elección típica”, dijo Barack Obama en una abarrotada convención política que estaba a punto de hacer historia al nominar a una mujer para la presidencia.

Eso ocurrió en julio de 2016, cuando Obama dejaba la presidencia, elogiaba el talento de Hillary Clinton y advertía sobre los peligros de Donald Trump, de quien los demócratas presentes asumían ampliamente que sería fácil derrotar.

Cualquiera que lea ese discurso hoy se dará cuenta al instante de que Obama podría pronunciar gran parte de él, palabra por palabra, esta noche en Chicago. Las frases cambiarán, como reflejo del hecho de que la historia de vida de la vicepresidenta Kamala Harris y su experiencia en el gobierno son radicalmente diferentes a las de Clinton. Pero su mensaje central sobre la tenacidad de Harris bien puede extraerse de lo que dijo sobre su ex rival para la nominación de 2008 y luego, algo improbable, su secretaria de Estado.

Sin duda habrá ecos de lo que dijo hace ocho años, cuando Obama describió los peligros que planteaba Trump, a quien llamó un vendedor de “una visión profundamente pesimista de un país en el que nos volvemos unos contra otros y nos alejamos del resto del mundo”.

Pero la misión de Obama esta noche será mucho más amplia que la que intentó lograr en 2016, cuando estaba entregando la posta con la fuerza de la presidencia a su favor. Esta vez, su trabajo será resucitar y luego volver a armar el tipo de movimiento que lo impulsó a la Casa Blanca, aprovechando el impulso que Harris ha ido ganando.

Después del emotivo discurso de despedida del presidente Joe Biden a su partido el lunes, llega la tarea verdaderamente delicada: Obama debe separar a Harris de los años de Biden, al tiempo que defiende que ella fue lo suficientemente central para la administración Biden como para encajar sin problemas en el cargo (básicamente, el argumento que esgrimió sobre el papel de Clinton en su propia administración). Y luego debe tratar de transferir a Harris la sensación de horizontes infinitos que rodeó su propia primera candidatura a la presidencia.

Según personas cercanas a Obama, será una combinación complicada, un momento de transición que los organizadores de la convención pusieron deliberadamente en manos del mayor orador vivo del partido. Pero fue una tarea más difícil en 2016, dada su relación a veces tensa con Clinton, a quien se había opuesto en 2008, un punto que planteó en su discurso en la convención hace ocho años. Los dos desarrollaron una relación más estrecha cuando ella fue su primera secretaria de Estado, y él utilizó su experiencia en ese papel para defender su postura.

Sus encuentros con Harris han sido mucho menos conflictivos: ella trabajó en su nombre en la campaña de 2008, tocando puertas en las asambleas partidarias de Iowa, señaló su oficina el miércoles por la mañana. Y han hablado regularmente desde entonces, particularmente en el último mes.

“El presidente Obama habló como titular en 2016 a favor de una de las marcas más conocidas en la política estadounidense”, dijo David Axelrod, el principal estratega de Obama para sus campañas políticas y un asesor de alto nivel que se sentó justo al final del pasillo de la Oficina Oval, donde Obama a veces entraba, en medias, para reflexionar sobre los dilemas políticos del momento.

“Hoy hablará como alguien que también fue un candidato que pasó página, justo cuando el partido está mostrando señales de energía renovada detrás de Kamala Harris”, dijo Axelrod. “Es un escenario muy diferente”.

Los demócratas apuestan a que, si alguien puede lograrlo, será el hombre que irrumpió en la conciencia de muchos estadounidenses en la convención de 2004 en Boston. Fue entonces, como senador estatal de Illinois que se presentaba como candidato al Senado de Estados Unidos, cuando fue seleccionado para ser el orador principal. Trabajó mucho en el discurso, escribió más tarde, redactándolo a mano. El discurso resultante dejó una mayor impresión en su audiencia que el discurso de aceptación posterior del candidato del partido, el senador John Kerry, quien, como Clinton, sirvió más tarde como secretario de Estado de Obama.

Una de las frases que pronunció Obama aquella noche, que “no existe una América liberal y una América conservadora, sino los Estados Unidos de América”, prometía una visión de unidad nacional en un momento en que las costuras apenas empezaban a estirarse. “No existe una América negra y una América blanca y una América latina y una América asiática”, añadió. “Existen los Estados Unidos de América”.

Los ex colaboradores de Obama dicen que es inevitable que vuelva a ese tema esta noche, cuando defienda la idea de no alimentar las divisiones sociales de las que Trump se ha beneficiado y alimentado a la vez. Y sus ex colaboradores esperan que recurra en gran medida a su vieja crítica a Trump: “¿Alguien cree realmente que un tipo que ha pasado sus 70 años en esta Tierra sin mostrar ningún respeto por los trabajadores va a ser de repente su defensor?”, actualizada con algunas acusaciones y una condena.

“Donald Trump dice que nuestras fuerzas armadas son un desastre”, dijo Obama en 2016, insistiendo en su postura. “Aparentemente, no conoce a los hombres y mujeres que conforman la fuerza de combate más poderosa que el mundo haya conocido jamás. Sugiere que Estados Unidos es débil. No debe escuchar a los miles de millones de hombres, mujeres y niños, desde los países bálticos hasta Birmania, que todavía ven a Estados Unidos como la luz de la libertad, la dignidad y los derechos humanos”.

Y, según Obama, Trump “se hace amigo” del presidente ruso, Vladimir Putin, y “le dice a nuestros aliados de la OTAN que estuvieron a nuestro lado después del 11 de septiembre que tienen que pagar si quieren nuestra protección”.

Axelrod señaló que “han sucedido muchas cosas desde 2016”.

“Y lo que entonces era sólo una especulación sobre el potencial de Trump para los excesos y las transgresiones”, dijo, “ahora son parte de su historia como un expresidente agraviado”.

Este artículo apareció originalmente en The New York Times.

© 2024 The New York Times Company

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