Durante los últimos nueve años he luchado por comprender el fenómeno Donald Trump. He dicho cientos de veces: “No lo entiendo”. Perplejo, desconcertado y estupefacto son otras palabras, pero ninguna puede describir por completo el caos y la división que ha creado. Ahora uso la palabra misterio.
Todos hemos sido socializados de alguna manera. En ese proceso, se supone que nuestros modelos adultos nos enseñaron valores de decencia. Nos enseñaron a ser honestos, respetuosos, amables y solidarios, y a no ser malos ni hirientes. Esas formas reflexivas no describen a Trump. Muchos de sus partidarios son seguidores declarados de Jesucristo y sus enseñanzas. ¿Por qué tanta gente sigue a un ser humano amoral?
Nadie ha sido capaz de explicar este inquietante y perturbador dilema. ¿Qué es lo que atrae a tantos hacia un individuo carente de decencia humana? Es un misterio.
Chris Leong
Marinero
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