La decisión de la Corte Suprema de revocar el caso Roe v. Wade —y el apoyo de Donald Trump y los republicanos a esta medida— refleja un precedente peligroso de dejar los derechos fundamentales en manos de la discreción de los estados individuales. El precedente histórico muestra que esa descentralización puede perpetuar graves injusticias. Por ejemplo, si la abolición de la esclavitud se hubiera dejado en manos de los estados individuales, es muy posible que los estados del Sur hubieran prolongado la abominable institución de la esclavitud mucho más allá de 1865.
La postura de Trump y de la actual Corte Suprema sobre los derechos reproductivos también amenaza con arraigar las desigualdades y restringir las libertades.
El derecho a elegir debe ser protegido universalmente, al igual que el derecho a no ser esclavo. Ambos son derechos humanos fundamentales que no deben verse comprometidos por sesgos regionales o maniobras políticas. La protección federal de estos derechos es esencial para garantizar la justicia y la igualdad para todos los ciudadanos, independientemente de dónde vivan.
Roberto Woliver
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